Empatía: sincronizando emociones


     Los bebés tienen la impresionante capacidad de imitar fielmente el comportamiento de los padres y cuidadores. Esta es la premisa que debemos tener presente cuando actuamos en su presencia.

     Es así como ellos aprenden todas nuestras virtudes y todos nuestros defectos, convirtiéndose en espejos fieles de nuestra personalidad, motivándonos a cultivar ciertas cualidades que adolecemos o que deseamos desarrollar.

     Una de ella es la empatía, que no es otra cosa que la capacidad que tenemos de conectarnos con las emociones que otros sienten.

     ¿Cómo sembrar esta cualidad en los más pequeños? Con el ejemplo. ¿Cuándo están listos para desarrollar la empatía? Desde que nacen: cuando nos ponemos en sus zapatos, cuando nos dejamos contagiar por su risa, cuando consolamos su llanto, cuando los cargamos o nos agachamos para mirarlos a los ojos y, muy especialmente, cuando los escuchamos con atención.

     Aunque no entiendan el concepto de la empatía, los niños pronto aprenderán que es natural y sano sincronizar las emociones con los demás.

     Resultados: a corto plazo recibiremos abrazos y besos cuando nos noten tensos o tristes, a mediano plazo escucharan atentamente todo lo que digamos, y a largo plazo nos acompañarán como adultos considerados y justos.


     La empatía es una virtud que se aprende en casa. 

Autor: Louisiana Panagua 

¡A jugar con la comida! Exploración con todos los sentidos




     Una forma de introducir alimentos en la dieta diaria del bebé es el método Baby Led Weaning (BLW), conocido en español como Alimentación Autorregulada, que no es más que permitirle conocer cada nuevo ingrediente experimentando con todos los sentidos, y de esta manera hacer que las comidas en familia sean libres de controles y más agradables.

     Para aplicar este método, se recomienda esperar a los seis meses o hasta que esté listo para empezar con el suministro complementario, recordando que hasta el año la leche materna representa su principal aporte de nutrientes por lo que debe administrarse siempre antes de cada comida y continuando hasta los dos años, como mínimo.

     La idea es presentarle cada nuevo alimento sin triturar, por ejemplo, trozos grandes de lechoza, y permitirle apreciar con el tacto: seguramente va a tomarlo con ambas manos, aplastarlo, llevarlo a la boca, extenderlo en la mesa, en el cuerpo y ropa hasta quedar listo para una foto divertida; con la vista y el olfato, por la variedad de colores y olores que va percibiendo; y con el gusto; no solo por los sabores sino por las distintas texturas en el paladar.

     Se debe respetar cuando el bebé no desea comer más y ofrecerlo nuevamente en la siguiente oportunidad. Esto permite que pueda reconocer cuando siente hambre y cuando su estómago está lleno, respetando su metabolismo porque cada bebé es diferente.

     Si aún tienes dudas, el pediatra Carlos González lo explica más ampliamente en el video que podrás ver escaneando el siguiente código QR:

https://www.youtube.com/watch?v=vKioOmhIfGU (NOTA, Javier: Hay que convertir esto en código QR). 



Autor: Louisiana Panagua

Historia de un parto en casa: El nacimiento de Abril.


         Pasé la noche en trabajo de parto, dormí a ratos, ya sentía las oleadas de expansión de mi útero, quieta y serena. El sol empezaba a salir y auguraba un lindo día. Pensé: “creo que Abril escogió nacer hoy”. Me di una ducha de agua tibia y conversé con Abril, le dije que estaba dispuesta a recibirla, que justo era la fecha que habíamos acordado y me alegré con esta señal de conexión entre nosotras. Quería vivir intensamente ese día y recordarlo para siempre.
                                                                      
     Llamé a mi médico, a mi doula, Maritza, y a mi amiga Inés, quien hizo fotos. Yo quería disfrutar al máximo las subidas de oxitocina que como una flor abrían el canal de nacimiento. El afecto de Inés, los masajes de Maritza y la musicalidad y amor de Cheo, mi esposo, disipaban el dolor. Yo misma tuve la capacidad de abstraerme y visualizar como mi cuerpo se dilataba. Respiraba, movía libremente mi pelvis, vocalizaba y sentía la explosión hormonal que invadía mi cuerpo entero. Simplemente seguí mi intuición y sentí una conexión con la madre tierra que me daba fuerza. De repente, se nubló mi visión y seguí entregada a ese torbellino de sensaciones.

     Con Abril en brazos y aun conectadas por el cordón umbilical esperamos a que el mismo cuerpo expulsara la placenta y le diera toda su sangre antes de que su papá cortara el cordón.

     Nunca antes había experimentado tanta libertad. Ser madre me ha inspirado a querer gritar a los cuatro vientos que: ¡las mujeres podemos parir!, y podemos decidir cómo hacerlo.


Por Jenny Soto

Cuidando la Paz de Mamá para dar paz al Bebé por Nacer

     Un bebé en el útero recibe todas las hormonas que la madre libera en su torrente sanguíneo. Por lo tanto, se puede afirmar que si ella está feliz, el bebé está absorbiendo las endorfinas que le aporta. En cambio, si está estresada, recibe cortisol, adrenalina y noradrenalina, una mezcla peligrosa para un ser humano que apenas cuenta con escasos centímetros de estatura y recién inicia su vida.
     Bajo estas circunstancias, el pequeño puede sufrir de ataques de ansiedad, presentar síntomas de estrés postraumático e incluso mostrar signos de hiperactividad durante la primera etapa de su vida extrauterina. Así lo detalla en un informe televisado el comunicador científico Eduardo Punset, apoyando de esta manera la premisa que el psiquiatra Thomas Verny, especialista en psicología perinatal, expone: “el feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, incluso aprender. Lo más importante es que puede sentir”.
      En pocas palabras, un bebé siente lo mismo que su madre cuando está en su vientre. Con estos datos a la mano, todos nos convertimos en responsables directos de la creación de entornos agradables que permitan sentir paz a las gestantes y el desarrollo emocional sano de los bebés desde mucho antes de nacer.

Colecho: El Descanso Compartido

     Los especialistas  en lactancia sugieren que las tomas nocturnas son las más importantes, debido a que es durante la madrugada que se sintetiza la prolactina, la hormona que garantiza nuestra producción de leche.
      Para la mayoría de las madres, esto se convierte en un calvario porque suelen descansar poco debido a que se levantan de la cama a intervalos de tiempo muy cortos o por períodos muy largos y son clásicas las historias de noches en vela porque su bebé tiene el horario de sueño invertido, solo se duerme con la teta o llora apenas toca la cuna. Por este motivo, cedemos ante la tentación de darle un tetero de fórmula láctea para que el infante “duerma más”. Y claro que duerme más, si necesita más tiempo para digerir el pesado alimento.
      Si se desea lactar de noche y descansar mejor, puede practicar el colecho, que no es más que compartir la cama con el bebé. Hay diferentes variantes, como unir la cuna a la cama de los padres, quitando una de las barreras laterales.
      Para esto es necesario conocer las medidas de seguridad básicas que recomiendan la UNICEF y la psicóloga infantil Rosa Jové: un colchón firme, con sábanas y protectores que no puedan enredar al bebé o tapar su cabeza, junto con unos padres sanos (libres de drogas, alcohol, y sin obesidad mórbida), además de asegurarse de que no pueda caer de la cama ni quedar atrapado entre el colchón y la pared y no dejarlo solo en la cama.